viernes, 28 de agosto de 2020

Los "ecosistemas" madrileños.





El autor por el Parque Natural del Tramo Medio del Guadarrama.
Al fondo Gredos en frente el Valle del Guadarrama.

 

El ecosistema es la unidad de trabajo, estudio e investigación de la ecología. Se trata de sistemas complejos en los que interactúan los seres vivos (biocenosis) entre sí y con el conjunto de factores no vivos que forman el ambiente (biotopo): localización geográfica, orografía, clima, características geológicas, fisiograficas, etc. La ecología se ocupa del estudio de la organización de la naturaleza en niveles superiores al de los organismos. Así los organismos viven en poblaciones que se estructuran en comunidades. El concepto de ecosistema aún es más amplio que el de comunidad (relaciones entre seres vivos) al unirse a los procesos que interaccionan con el biotopo, algunos tan cruciales para la vida como la formación de suelos.

El ecosistema es una unidad de trabajo, así por ejemplo puedo definir en el ámbito de un estudio sobre pesticidas el ecosistema Biosfera (toda la capa viviente de nuestro planeta) o los efectos sobre el microbioma intestinal en un ejemplar de una especie concreta (en una placa Petri). Ciertamente en la experiencia cotidiana tendemos a relacionar ecosistemas con tipos de hábitat, o de paisajes. Esto es una simplificación que nos permite clasificar fácilmente un territorio diverso, cambiante y dinámico (con unas estructuras de relaciones complejas y abiertas), con una representación cartográfica sencilla y una idealización esquemática y simplista de la comunidad que lo habita. Bajo este concepto Ernesto Cerra dibujó 10 laminas representativas que se han vuelto iconicas para toda una generación de naturalistas y biólogos madrileños.


La elevada Biodiversidad de la Comunidad de Madrid. 

La estratégica situación geográfica de la Comunidad de Madrid, en el centro peninsular, con territorios tan diferentes como la cordillera del Sistema Central, la depresión del Tajo y la zona de transición entre ambas, condiciona y da lugar a la variedad de contrastes litológicos, climáticos, de suelos y relieves existentes. Tal variedad es origen, a su vez, de la diversidad de la flora y fauna madrileña.

A grandes rasgos el clima de la Comunidad de Madrid depende de la latitud geográfica en la que se encuentra -entre los 40º y 41º de latitud Norte- y de su posición central en la península, a mitad de camino entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. A nivel local, los parámetros climáticos tienen grandes contrastes: Precipitación anual media entre 400 y casi 2000 mm., temperaturas medias entre 7º y 15º C y absolutas entre -8º y 44º C.

El relieve, por su variedad y contrastes, es un factor ambiental de importancia. En la Comunidad encontramos dos grandes unidades de relieve: La Sierra - Guadarrama, Somosierra y estribaciones de Gredos - y la depresión o llanuras del Tajo - Campiñas, páramos y vegas - a los que podemos añadir una tercera, la Rampa o zona de transición entre ambas. La altitud máxima corresponde al Pico de Peñalara, con 2429 m., y la mínima, con 430 m., al cauce del río Alberche en Villa del Prado.

Geológicamente en la Sierra predominan el granito y el gneis, excepto en Somosierra donde se localizan pizarras y cuarcitas, mientras que en la depresión del Tajo encontramos tres zonas de diferente composición:

    • Los páramos: Calizas, arcillas, yesos, margas, etc -,

    • Las campiñas: Arenas, margas arenosas, margas yesíferas y arcillas –

    • Las vegas: arenas, gravas y limos -. La zona de transición se compone, fundamentalmente, de arcillas, arenas, margas y otros materiales detríticos.

Desde las cumbres de la Sierra hasta el río Tajo podemos encontrar, en una travesía de poco más de cien kilómetros, la mayoría de los pisos bioclimáticos de la península, así como una rica representación de la gran variedad de ecosistemas de la Región Biogeográfica Mediterránea a la que la Comunidad de Madrid pertenece:

  • Mesomediterráneo,

  • Supramediterráneo,

  • Oromediterráneo

  • Crioromediterráneo


A continuación se realiza una descripción cualitativa de los distintos hábitats representativos de la Comunidad de Madrid, siguiendo las citadas laminas de Ernesto Cerra:


ECOSISTEMAS MADRILEÑOS:

1.- Matorral de altura

2.- Pinar de montaña.

3.- Hayedo (Abedular).

3.- Melojar y otras formaciones caducifolias.

4.- Encinar sobre arenas.

5.- Pinar de pino piñonero.

6.- Barbechos y secanos.

7.- Cuestas y cortados yesíferos.

8.- Sotos y riberas.

9.- Zonas palustres y Embalses.

10.- Medio Urbano


1.- Matorral de altura: 


 

Bajo esta denominación se encuentra la alta montaña en la Comunidad de Madrid: El ecosistema de alta montaña se sitúa en las zonas de mayor altitud de la Comunidad, por encima de los 1.800 metros, donde no llegan los bosques de coníferas. Este ecosistema está representado en la Sierra por las cumbres de los Montes Carpetanos (Peñalara y Navafría), la Cuerda Larga (Guarramillas, Maliciosa, Cabeza de Hierro) y Somosierrra (Sierra Cebollera). 

La altitud confiere a las cumbres unas características muy especiales, producto de la dureza climática que soportan. Las bajas temperaturas junto a una intensa radiación solar, fuertes vientos, precipitaciones elevadas, con frecuencia en forma de nieve, y unos suelos pobres y poco evolucionados con sustratos muy rocosos, configuran un medio hostil que limita y condiciona la vida de los organismos, plantas y animales, en estos parajes. 

Los tipos de hábitat propios de estas altitudes son pastizales y matorrales. Por encima de los 2.000 metros se localizan pastizales de alta montaña, en los que la especie dominante es la Festuca indigesta, acompañada, en las zonas más bajas y húmedas, de cervunales de Nardus stricta.

Matorral de altura: Por debajo de éstos pastizales, enlazado con los bosques de coníferas, aparecen los matorrales de piorno (Cytisus purgans o Cytisus carpetanus) y enebro rastrero o jabino (Juniperus communis var. nana), ambos representativos de éste ecosistema en algunas partes acompañado de brezo (Erica australis).

La fauna más representativa de este hábitat son las aves, el vuelo majestuoso de buitres y grandes águilas pero estas aves recorren muchos otros hábitats. Ligados a estos matorrales se pueden encontrar el ruiseñor pechiazul (Luscinia svecica), el acentor alpino (Prunella collaris), la collalba gris (Oenanthe oenanthe), la alondra (Alauda arvensis), el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), el bisbita alpino (Anthus spinoletta), pardillo común (Carduelis cannabina), el escribano montesino (Emberia cia), la tarabilla norteña (Saxicola rubetra).y en los roquedos el roquero rojo (Monticola saxatilis), el roquero solitario (M. solitarius) y la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax). Pero tambien encontramos otros animales en las cumbres,  anfibios como la salamandra (Salamandra salamandra) o el sapo común (Bufo spinosus), reptiles como la lagartija serrana o carpetana (Iberolacerta cyreni), junto a la lagartija roquera (Podarcis muralis), pequeños mamíferos como el neverón o topillo nival (Chionomys nivalis) o la musaraña enana (Sorex minutus) y grandes como las cabras montesas (Capra pyrenaica). A parte de una gran cantidad de invertebrados, por nombrar alguno la mariposa apolo (Parnassius apollo) y niña de nácar (Plebicula nivescens)


2.- Pinares de montaña: 


En la Comunidad de Madrid los límites naturales del pinar de montaña se encuentran entre los 1.500 m. y los 2.000 m. de altitud en las distintas sierras que alcanzan estas cotas. Se desarrollan por debajo de los pastizales y matorrales de cumbre, en unas condiciones de clima y suelo no tan extremas, pero con fuerte radiación y bajas temperaturas, alta pluviosidad y nubosidad y baja evapotranspiración. El suelo es de tipo ranker poco evolucionado, con un horizonte orgánico asentado sobre rocas ácidas. Su aprovechamiento es ganadero aunque con escasa productividad.

 Aquí, la formación natural propia es el pinar de pino de Valsaín (Pinus sylvestris). Los pinares de silvestre se encuentran en la parte alta de la Sierra de Guadarrama -Abantos, Fuenfría, Siete Picos, Navacerrada, Morcuera, Alto Lozoya- y las Sierras del Rincón y Cebollera. Disminuyendo en altitud, en algunas zonas más bajas de la sierra, se localizan los pinares de pino resinero (Pinus pinaster), naturales en el oeste de la comunidad y de repoblación en el entorno del Atazar y otras zonas. Mientras que e forma muy local aparecen pequeñas masas de pino laricio (Pinus nigra), algunas con pies añosos y  autoctonos en el oeste y el resto de repoblación.

Acompañan a estas formaciones ejemplares de tejos (Taxus baccata), acebos (Ilex aquifolium) y servales de los cazadores (Sorbus aucuparia) junto a un escaso sotobosque principalmente de helecho macho (Pteridium aquilinum) y algunas zarzas (Robus sp.) y escaramujos (Rosa sp.).

Los pinares reúnen una fauna variada, propia o compartida con otros habitats forestales de montaña como los escasos sabinares y enebrales y algunos bosques caducifolios de distribución contigua como fresnedas, hayedos, melojares, abedulares o acebedas. Pero hay verdaderos especialistas en este medio como los piquituertos (Loxia curvirostra), los carboneros garrapinos (Periparus ater) el herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus), verderón serrano (Serinus citrinella), el trepador azul (Sitta europea), reyezuelo sencillo (Regulus regulus), el listado (Regulus ignicapillus), pinzón vulgar (Fringilla coelebs). los trepadores azules (Sitta europaea), los agateadores europeos (Certhia brachydactyla), picos picapinos (Dendrocopos major). Otras aves siente predilección por las copas de los pinos como sustratos de nidificación como los buitres negros (Aegypius monachus), algunas rapaces como el águila calzada (Hierraetus pennatus), la imperial (Aquilla adalberti), la real (Aquilla chrysaethus) más de roquedos usa tambien grandes pinos y el halcón abejero (Pernis apivorus). La cigüeña negra (Ciconia nigra) nidifica en las zonas más escarpadas y alejadas de molestias humanas..

Dos especies de córvidos, el arrendajo (Garrulus glandarius) y rabilargo (Cyanopica cyana) son frecuentes en estos bosques como las dos rapaces más forestales, el azor (Accipiter gentilis) y el gavilán (Accipiter nissus).

En estos pinares se guarecen grandes herbívoros como el corzo (Capreolus capreolus) o el omnipresente jabalí (Sus scrofa) y recientemente han incorporado la presencia del lobo ibérico (Canis lupus sygnathus) como maximo depredador, frenta a zorros (Vulpes vulpes), garduña (Martes foina), gato montés (Felis sylvestris). Otra especie de mamífero caracteristico de los pinares de montaña es la ardilla roja (Sciurus vulgaris), aunque entre los micromamiferos se pueden observar topillos (Microtus cabrerae) y ratones de campo (Apodemus sylvaticus).  Además se localiza el murcielago de bosque (Barbastella barbastellus). Y viven anfibios y reptiles como la rana patilarga (Rana iberica), la salamandra (Salamandra salamandra), inconfundible por su color negro y sus manchas amarillas, el sapo partero común (Alytes obstetricans), el lagarto verdinegro (Lacerta schreiberi) o la Lagartija carpetana (Iberolacerta cyreni). Entre los invertebrados destacan los grandes hormigueros de hormiga roja (Formica rufa) y mariposas heteroceras (Falenas o polillas) como la Falena Isabelina (Graellsia isabellae), considerada una de las mariposas más bellas de Europa, la polilla monja (Lymantria monacha) o la procesionaria del pino (Thaumetopea pityocampa).

 

3.- El Melojar o Robledal de Rebollos.


Enclavado entre los bosques esclerófilos mediterráneos (encinares) y el acidófilo de alta montaña, se asienta sobre suelos de tierras pardas subhúmedas y rocas ácidas. Estas áreas, por encima de los 1000 m y hasta superar los 1500 m, representan el dominio de los bosques de árboles de hoja caduca y semicaduca o marcescente.

Entre ellos, constituyendo un paisaje característico de nuestras sierras, destaca el melojar o, como también es denominado, rebollar. También, dependiendo de requerimientos de humedad y suelo, aparecen otras formaciones como el hayedo, el abedular, el castañar o las fresnedas, ya sea como formaciones de bosque relictas o mezclándose con otros árboles, para formar masas mixtas, principalmente con pinares o rebollares. La estructura de estas formaciones suele estar condicionada por usos como el carboneo por lo que aparece como un matorral denso con muchos rebrotes de cepa.

Un bosque diverso en cuyo sustrato arbóreo dominan diferentes especies por lo que el ecosistema de bosques caducifolios sería mucho más adecuado que la designación de robledal, aunque su fauna sea muy parecida:

  • El roble melojo o rebollo (Quercus pyrenaica) es la frondosa más frecuente de la Comunidad y que caracteriza la zona de altitud media de la Sierra.

  • El fresno (Fraxinus angustifolia), es también un árbol muy común en nuestra Comunidad. Junto con el rebollar, las fresnedas crean el paisaje principal del pie de la Sierra.

  • El abedul (Betula alba) se distingue fácilmente por su corteza blanca y lisa y el color amarillo intenso de sus hojas en otoño. Aunque más raro en nuestra Comunidad, se localiza en algunas zonas húmedas y de ribera de montaña

  • El haya (Fagus sylvatica) es un árbol típico de la Europa atlántica y central que sólo se encuentra presente en la Comunidad de Madrid en Montejo de la Sierra, donde se localiza uno de los hayedos más meridionales de Europa.

  • El quejigo (Quercus faginea), es un árbol que se localiza en las zonas bajas de la Sierra mezclado con el rebollo y en la alcarria madrileña acompañando la encina en los lugares más frescos y de umbría.

  • El Castaño (Castanea sativa) es un árbol típico de la España húmeda, encontrándose presente en el suroeste de la Comunidad, donde destaca el castañar de Rozas de Puerto Real.

Las condiciones ambientales de los bosques caducifolios dan lugar una gran biodiversidad. Las especies principales de estos bosques se ven acompañados, formando masas mixtas de frondosas, por otros árboles como el aliso (Alnus glutinosa), el acebo (Ilex aquifolium), el serbal (Sorbus aria), el tejo (Taxus baccata), el roble albar (Quercus petrea), varias especies de álamos (Populus sp.) y sauces (Salix sp.) y muchos más.

El sotobosque es denso, rico y diverso. Dependiendo de factores ambientales está compuesto por brezos (Erica sp.), mostajos (Sorbus torminalis), majuelos (Crataegus monogyna), diversas retamas y jaras (Cystus sp.), endrinos (Prunus espinosa), zarzas (Rubus sp.), cerezos (Prunus avium), rosales silvestres (Rosa sp.), etc.

Los bosques caducifolios de Madrid reúnen una fauna variada, propia o presente también en los pinares de los alrededores. Las bellotas son aprovechadas por especies como el ratón de campo (Apodemus sylvaticus), . En los troncos se establecen aves como el pico menor (Dendrocopos minor) y sobre las copas nidifican o vuelan, La fauna que podemos encontrar ligada a este hábitat son el cárabo (Strix aluco) y el búho chico (Asio otus) dentro de las rapaces nocturnas, el azor (Accipiter gentilis), el herrerillo capuchino (Parus cristatus), el mosquitero papialbo (Phylloscopus bonelli), y la garduña (Martes foina) o el gato montes (Felis sylvestris), entre los mamíferos, y mariposas diurnas como la nazarena (Quercusia quercus); y en aquellas zonas más abiertas como los pastizales, encontramos al alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio), al corzo (Capreolus capreolus) alimentándose o al zorro (Vulpes vulpes) cazando micromamíferos.


4.- El Encinar sobre arenas.


Las plantas adaptadas al medio mediterráneo más árido tienen hojas pequeñas, duras y persistentes. Desde las zonas de menor altitud de la Comunidad hasta aproximadamente los 900 msnm se extiende el dominio potencial del bosque mediterráneo. Las precipitaciones son más bajas que en la Sierra y la sequedad ambiental y las temperaturas muy altas durante el verano.

La encina (Quercus rotundifolia) es la verdadera protagonista del bosque mediterráneo y la especie arbórea más frecuente de la Comunidad. En Madrid es fácil encontrarla desde las estribaciones de la Sierra hasta la Vega del Tajo, apareciendo sola o acompañada de otras especies que responden a las condiciones de substrato y humedad, como el enebro (Juniperus oxycedrus), el pino piñonero (Pinus pinea), el quejigo (Quercus faginea), el alcornoque (Quercus suber), el arce (Acer monspessulanum) o la coscoja (Quercus coccifera).

Fauna representativa: Uno de los encinares mas conocidos y mejor conservados de la península Ibérica es el Monte de El Pardo, de extraordinario interés para la fauna, ya que acoge especies como el águila imperial ibérica (Aquila adalberti), el buitre negro (Aegypius monachus) o la cigüeña negra (Ciconia nigra), todas ellas en peligro de extinción. Se trata de una autentica reliquia viva del primitivo bosque mediterráneo que debía ocupar gran parte de la región madrileña.

Dado los numerosos medios que ocupan los encinares la fauna asociada es muy variable y numerosa, desde las águilas imperiales y milanos negros (Milvus migrans) y reales (M. milvus) hasta abejarucos (Merops apiaster) y abubillas (Upupa epops), pasando por mamíferos como el ciervo (Cervus elaphus hispanicus), el gamo (Dama dama), el jabalí (Sus scrofa), el conejo (Oryctolagus cuninculus), la gineta (Genetta genetta) o el zorro (Vulpes vulpes) y reptiles como el lagarto ocelado (Timon lepida), lagartijas colilargas (Psammodromus algirus) y colirojas (Acanthodactyllus erythrurus)y culebras como la bastarda (Malpolon monspesulanus) o la de escalera (Rhinechis scalaris).

5.-5.- Pinar de pino piñonero

 


El Pino piñonero (Pinus pinea) es el pino mediterráneo por excelencia. Ocupa gran parte de los dominios propios del encinar, como demuestra la similitud del sotobosque de ambos. En la Comunidad las masas más importantes se encuentran en el cuadrante suroeste, entre Robledo de Chavela y San Martín de Valdeiglesias. Se trata de una especie psammofila.

El pino piñonero, especie vegetal que define a este ecosistema, crece en suelos pardos, tierras pardas meridionales y arenales sin horizontes. Está acompañado de jaras y plantas aromáticas y, en ocasiones de madroños. Se trata de un ecosistema de gran valor ornamental y comercial.

Crece en lugares sometidos a una elevada insolación y no soporta bien el frio, por lo que este tipo de formación vegetal la podemos encontrar hasta los 1000 metros de altitud.

Fauna representativa:

Las especies animales que habitan estos bosques de coníferas son sobre todo aves insectívoras que encuentran su alimento en los troncos y en los arbustos del sotobosque, son entre otros: el herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus), carboneros común (Parus major) y garrapinos (Periparus ater) y, el conocido pico picapinos (Dendrocopos major) o el pito real ibérico (Picus sharpei), que hace sus nidos en los agujeros de los troncos.

Entre los córvidos se encuentran la urraca (Pica pica) y el rabilargo ibérico (Cyanopica cookii), en cuyos nidos pone los huevos el críalo (Clamator glandarius), ahorrándose el trabajo de incubarlos. El azor (Accipiter gentilis), y el águila calzada (Aquila pennata), el cárabo (Strix aluco) y el búho chico (Asio otus), utilizan los pequeños calveros para cazar. En cuanto la herpetofauna destaca la presencia del tritón ibérico (Lisotriton boscai), el lagarto ocelado (Timon lepidus), la culebra bastarda (Malpolon monspesulanus) y la culebra de collar ibérica (Natrix astreptophora).

Entre los carnívoros destacan comadrejas (Mustela nivalis), tejones (Meles meles), o la gineta (Genetta genetta). Y como ungulados el omnipresente jabalí y los ciervos ibéricos. Otros mamíferos que llaman la atención son los conejos y las ardillas.

5.- LAS TIERRAS DE CULTIVO: Barbechos y Secanos.



La actividad agrícola ocupa casi el 30% del territorio de la Comunidad de Madrid. Las tierras cultivadas de la Comunidad están situadas al sur de la Sierra, sobre las llanuras -campiñas, paramos y vegas- que ocupan la depresión del Tajo.

La actividad agrícola ocupa y caracteriza una parte importante, casi el 30%, del territorio de la Comunidad de Madrid. Aproximadamente el 90% de las tierras agrícolas se destinan a cultivos de secano, mientras el resto son regadíos situados, normalmente, junto a las vegas de los ríos, principalmente Tajo, Jarama, Tajuña y Henares.

Los cultivos de secano más abundantes son los cereales, principalmente cebada (Hordeum vulgare) y Trigo (Triticum aestivum). En las comarcas del sur y sureste aparecen los cultivos leñosos: el olivar (Olea oleaster) y el viñedo (Vitis vinifera). En las vegas, los cultivos de regadío que se producen son, principalmente, maíz, alfalfa y cultivos de huerta.

Fauna representativa:

Grandes esteparias, rapaces y pequeños pájaros. En los amplios y despejados campos de cereales habitan aves de espacios abiertos, entre las que destacan -junto a sisones (Tetrax tetrax), gangas (Pterocles alchata), ortegas (Pterocles occidentalis) y alcaravanes (Burrhinus oedicnemus), las grandes y esquivas avutardas (Otis tarda).

Los aguiluchos cenizos (Circus cyaenus) y pálidos (Circus pygargus) sobrevuelan los campos de cereal mientras los alaúdidos dotan de un paisaje sonoro a estas tierras, aves como la calandria (Melanocorypha callandra), la cogujada común (Galerida cristata) y la montesina (Gallerida tecklae) o bandadas de pequeños jilgueros (Carduelis carduelis), pardillos (Carduelis cannabinna) y gorriones comunes (Paser domesticus) y morunos (Paser hispanoliensis).

El cernícalo primilla (Falco naumani) nidifica en construcciones tranquilas y abandonadas, mientras que el vulgar (Falco tinnunculus) prefiere zonas deshabitadas. Entre las nocturnas cazan los numerosos topillos y otros micromamiferos el mochuelo (Athene noctua) que parece sentir una especial atracción por los olivares y la lechuza en todo tipo de habitats. La perdiz roja (Alectoris rufa) es frecuente y especialmente apreciada como especie de caza.

Los mamíferos más representativos de las tierras de cultivos son, entre otros, la liebre ibérica (Lepus granatensis), el conejo, el erizo común (Erinaceus europaeus), el topo ibérico (Talpa occidentalis) o algunos roedores como el ratón de campo (Apodemus sylvaticus) y los topillos campesinos (Microtus arvalis). Los anfibios, siempre necesitados de zonas húmedas, son escasos en estas tierras. Tan sólo al lado de pozos, albercas, lagunillas o charcas ocasionales pueden encontrarse algunas especies como el sapo de espuelas (Pelobates cultripes), el sapo corredor (Epidalea calamita), con mucho el más abundante, o el sapillo moteado (Pelodytes punctatus), que es una especie muy rara y escasa en Madrid.


6.- Cuestas y cortados yesíferos


Es el ecosistema más árido y estéril. Se trata de páramos o superficies planas y altas. En este ecosistema se dan las precipitaciones más bajas de la provincia. La vegetación es escasa en arbustos y abundante en matas y plantas herbáceas como el amenazado pitano (Vella pseudocytysus), con plantas que muestran su preferencia por suelos yesosos (tomillo salsero). En cuanto a la fauna, hay que destacar el importante papel de anfibios y reptiles.

A pesar del aspecto desolado que presentan, los cortados y las cuestas yesíferas que unen páramos, campiñas y vegas a lo largo de los ríos Jarama y Tajuña tienen un gran valor ambiental. Sobre estos terrenos escarpados se asienta una vegetación esteparia de gran interés, adaptada a éste medio árido y difícil. Se caracteriza por la presencia, entre otras, de especies como el albardín (Lygeum spartum) , el esparto (Stipa tennacissima), la saladilla (Limmonium sp.), la jabuna (Gypsophilla sthrutium), la ontina (Artemisa herba-alba) o el tomillo salsero (Thymus zygis). Junto a estas plantas también son frecuentes algunos matorrales espinosos como la coscoja (Quercus coccifera), el espino negro (Rhamnus lyciodes) o la aulaga (Ulex sp.).

En los cortados, pese a la aparente pobreza de vida animal, viven numerosas aves como el buho real (Bubo bubo), halcón peregrino (Falco peregrinus), collalbas negras (Oenanthe leucura), el roquero solitario (Monticola saxatilis), el avión zapador (Riparia riparia), el milano negro (Milvus migrans), los cernícalos vulgares (Falco tinnuculus) y primillas (Falco naumanni) o el abejaruco (Merops apiaster).

Las tierras cultivadas constituyen un recurso ambiental muy importante por lo que supone de mantenimiento de unos usos tradicionales, cuando la actividad se realiza de acuerdo a la buena práctica agrícola respetuosa con el medio ambiente. Además contribuyen a la diversidad de los biotopos -parcelas, linderos, alineaciones de árboles, setos, vías pecuarias, etc.- y al mantenimiento de la fauna asociada a los sistemas agrarios. También ofrecen variedad al paisaje, en algunos casos de gran valor cultural y estético, y constituyen grandes espacios abiertos en el entorno de una gran aglomeración urbana como la madrileña. Son ecosistemas que, aunque muy alterados por la intervención humana desde siglos, es necesario conservar.


7.- SOTOS Y RIBERAS


En la Comunidad de Madrid los sotos se encuentran muy dispersos y degradados a lo largo de los cauces debido a la deforestación de las riberas, la continua tala y desbroce para “limpiar cauces” y la progresiva urbanización y transformación en paseos de los mismos. Las riberas y los sotos, ligados al agua, se asientan sobre aluviones aportados por los ríos. Los suelos varían según se trate del curso alto (suelo de ribera), mediano (arenosos) o bajo (arcilloso-limoso).


Los ríos son auténticos corredores ecológicos entre la Sierra y el Tajo. Gran parte de las riberas o márgenes de los ríos presentan espacios frondosos con árboles y arbustos que forman amplias bandas a lo largo de los cauces. Son los sotos o bosques de galería, estructuras vivas lineales con una estructura similar independientemente de la región geográfica, e incluso con una composición de especies muy semejantes entre zonas muy alejadas.

Figgura 1: Catena ideal ribera mediterranea madrileña.
Figgura 1: Catena ideal ribera mediterranea madrileña.


En la Comunidad los sotos se encuentran muy dispersos a lo largo de los cauces debido a la deforestación de las riberas desde tiempos remotos. La mayoría se encuentran en los tramos medios y bajos de los ríos.

Fauna representativa:

En los sotos, la existencia de una abundante y variada vegetación y la presencia de agua y de numerosos insectos que desarrollan parte de su vida en el medio acuático, son factores que favorecen especialmente la abundancia de aves y anfibios. En los cauces hay peces que se alimentan de insectos, que a su vez contribuyen también al alimento de otros animales como el martín pescador (Alcedo atthis) o la nutria paleartica (Lutra lutra). Se complementan así unas cadenas tróficas muy variadas y complejas.

Entre la vegetación de los sotos vuelan numerosas especies de aves como el pájaro moscón (Remiz pendulinus), el jilguero (Carduelis carduelis), el verdecillo (Serinus serinus) o el verderón (Carduelis chloris). El milano negro (Milvus migrans) suele criar en los sotos, al igual que el busardo ratonero (Buteo buteo), el cuco (Cuculus canorus), el autillo (Strix aluco), la cigüeña blanca (Ciconia ciconia), el pito real ibérico (Picus sharpei), la oropéndola (Oriolus oriolus), el martín pescador (Alcedo atthis), la paloma zurita (Columba oenas) o diversas anátidas como el azulón (Anas plathyrhychos), el ánade friso (Anas streptera), el porrón europeo (Aythya ferina).

La herpetofauna, por tratarse de un ecosistema ligado al agua, es muy rica, siendo muy frecuente la presencia de ranas verdes (Pelohylax perezi), sapos comunes (Bufo bufo), sapillos (Discolossus jenneane), tritones jaspeados (Triturus marmoratus) en cauces y charcas de la Sierra Norte y tritón pigmeo (Triturus pygmaeus) en Guadarrama, gallipatos (Pleurodeles waltli), galápago europeo (Emys orbicularis) y leproso (Mauremys leprosa) y culebras ligadas a los medios acuáticos como la viperina (Natrix maura) o la de collar (Natrix astreptophora).

Por los sotos merodean mamíferos insectívoros como el erizo común (Erinaceus europaeus), el ratón de campo (Apodemus sylvaticus) o la rata de agua (Arbicola sapidus), aunque localmente también pueden encontrarse algunas especies de depredadores como la nutria (Lutra lutra) o el turón (Mustella putorius). Ambas especies se ven desplazadas por especies invasoras como el visón americano (Mustela neovison) ampliamente distribuido en la Comunidad y el mapache (Procyon lotor) de aparición más reciente al sur de la capital. Entre los peces las especies más representativas son el barbo (Barbus bocagei), la carpa (Ciprinus carpio), el cacho (Leuciscus idus) o la boga del Tajo (Pseudochondrostoma polylepis). Destacan otras especies piscícolas aloctonas e invasoras como: La gambusia (Gambusia affinis holbroki), la perca sol (Lepomis gibosus), Black Bass (Micropterus salmoides), Siluro (Silurus gladys), pez gato (Ameiurus melas), carpines (Carasius auratus) y otros.


8.- Otros humedales y embalses:

Son zonas húmedas rodeadas de una vegetación característica y en la que el agua presenta escasa profundidad. Un ejemplo claro de este ecosistema es la Laguna de San Juan, situada en el margen izquierdo del río Tajuña (Chinchón). La fauna típica de este ecosistema son los anfibios, reptiles y, fundamentalmente avifauna ya que las lagunas son utilizadas como lugar de nidificación, descansadero de aves de migración o lugar de invernadero, siendo muy escasa la presencia de mamíferos.

Las lagunas de la Sierra tienen la particularidad de cobijar especies relativamente escasas. Las lagunas son acumulaciones de agua en depresiones o zonas hundidas del terreno. Pueden tener origen glaciar -como las de Peñalara-, ser zonas poco permeables rellenas por aguas de lluvia, -como las de las llanuras del sur-, o tratarse de afloramientos de aguas subterráneas en excavaciones del terreno - como en el caso de algunas graveras del sureste madrileño-.

Los embalses actúan como grandes depósitos que recogen las aguas de las sierras de Guadarrama y Somosierra para abastecer a la numerosa población madrileña.

También existen zonas de montaña con suelos de escaso drenaje permanentemente encharcados, como las turberas y trampanales, en los que la vegetación principal son musgos del género Sphagnum.

Las aves acuáticas encuentran en estos lugares alimento, refugio, material para nidificar y un lugar de descanso y reposo durante sus migraciones. Los embalses y lagunas madrileños se han convertido en los últimos años en grandes zonas de descanso para numerosas gaviotas, principalmente sombrías
(Larus fuscus) y reidoras (Chroichocephalus ridibundus), junto a patiamarillas (L. michahellis) y otras especies más raras.

Junto a rapaces como el aguilucho lagunero, numerosas especies de acuáticas viven en embalses y lagunas, siendo algunas de las más comunes la polla de agua, la focha, el ánade real o el zampullín chico.

Los peces y anfibios son muy numerosos, dependiendo la representación de las especies de los factores ambientales concretos de cada zona. Aunque en general el grado de conservación de los humedales es muy bajo y la presencia dominante es de especies comunes e invasoras, estando varias especies seriamente amenazadas con muchas poblaciones fraccionadas y en descenso. Las terribles plagas fungicas están acabando con muchas poblaciones de anfibios a pesar de los esfuerzos para su control.

Las zonas húmedas, lagunas y embalses, constituyen ecosistemas de gran interés tanto por la riqueza y variedad ecológica como por sus valores estéticos, paisajísticos, geológicos, científicos e, incluso, históricos. En la Comunidad de Madrid una normativa específica protege estos espacios. Junto a catorce embalses protegidos destacan otros humedales como el Carrizal de Villamejor, el Mar de Ontígola o las lagunas de Peñalara, los Pájaros, San Juan, El Campillo, Casasola, San Galindo, Velilla..., hasta un total de veintitres humedales protegidos.


10.- EL ECOSISTEMA URBANO



Los parques y jardines de la ciudad constituyen "islas verdes", en un mar de cemento y asfalto. La ciudad puede considerarse como un ecosistema que se caracteriza por una gran concentración de población humana en un medio reducido.

Las condiciones ambientales de la ciudad a las que han de adaptarse diversos organismos vivos, incluidas las personas, están muy influidas por las actividades humanas: Urbanización, tránsito de vehículos, industrias, consumo de energía y alimentos, etc.

En el entramado de las calles, edificios, industrias y carreteras que componen la estructura de la ciudad, se pueden encontrar numerosos medios en los que habitan diferentes animales y vegetales.

Muchas plantas crecen de forma silvestre en las aceras, solares, muros, parterres, tejados o escombreras de las ciudades.

En las torres de las iglesias y en los postes nidifica la cigüeña blanca. Los aleros de los tejados y los huecos y grietas de los edificios son los lugares preferidos de golondrinas, palomas, vencejos y aviones comunes para hacer sus nidos. Incluso en grietas de edificios crían murciélagos, especies amenazadas.

Los vertederos y basureros, que los seres humanos empleamos para abandonar desperdicios y desechos, son una fuente inagotable de alimentos para muchos animales: Urracas, cornejas, cuervos, milanos, gaviotas reidoras, cigüeñas blancas o zorros son habituales comensales a este banquete. Por no citar a las ratas y ratones

Los parques y jardines de la ciudad constituyen "islas verdes", en un mar de cemento y asfalto, en las que habitan numerosas especies animales y vegetales.

Junto a una gran variedad de árboles y arbustos se pueden observar algunas especies de anfibios y reptiles como el sapo de espuelas (Pelobates cultripes), la rana común (Pelohilax perezi), más raro el sapillo pintojo ibérico (Discoglosus jenneane), la lagartija ibérica (Podarcis hispánica), la salamanquesa (Tarentola mauritanica) e incluso, no muy alejada del agua, alguna culebra viperina (Natrix maura).

Sin embargo, las aves son los animales que en mayor medida pueblan estos espacios de la ciudad: Mirlos (Turdus merula), petirrojos (Erithacus rubecula), verderones (Carduelis chloris), carboneros (Parus major), gorriones (Paser domesticus), herrerillos (Cyanistes cyaneus) o palomas torcaces (Columba palumbus), paloma común (Columnba livia), tórtola turca (Streptotelia deccaocto), las cotorras de kramer (Psittacula krameri) y argentina (Myopsitta monachus) son frecuentes en nuestros parques y jardines, junto a alguna ardilla (Sciurus vulgaris).


 

lunes, 23 de abril de 2018

Día Internacional del Coro del Amanecer:



Es primavera, se alarga la duración del día y el reloj hormonal se dispara entre las aves más pequeñas. Las hormonas modifican las funciones cerebrales habituales y las partes del cerebro relacionadas con el canto crecen. El resultado es una de las obras de arte de la naturaleza, el coro del amanecer.

Los verdecillos son de los solistas más faciles de reconocer por su canción y el sitio donde le gusta cantar.

El primer domingo de mayo se celebra una de las sinfonías de la naturaleza más cercanas y espectaculares en el Día International del Coro del Amanecer. Alrededor del planeta muchas personas se despertarán, aún de noche, para disfrutar de la dulce melodía de las pequeñas aves.
Para disfrutar plenamente de este espectáculo natural hay que madrugar mucho, despertarse antes de la alborada y, todavía de noche cerrada, dirigirse a un bosque, un soto, una huerta o un parque y escuchar.

Desde abrir la ventana a dirigirnos a algún paraje natural significativo, en todas partes donde ahora es primavera, donde comienza la reproducción, podemos escuchar el concierto. Tras la noche se acallan los ululares de las rapaces nocturnas y los cantos de los anfibios son sustituidos poco a poco por el silencio que rompe el comienzo los cantos de las pequeñas aves. Es al amanecer cuando normalmente están más receptivas las hembras y los machos compiten por atraerlas y seducirlas, al tiempo que defienden su territorio, para poder reproducirse.

Con un poco de conocimiento podremos ir reconociendo las voces individuales de este coro plural. Entre los más nocturnos tenemos a los petirrojos, colirrojos, ruiseñores bastardos, zorzales y mirlos. Les siguen al alba los pequeños insectívoros como mosquiteros, chochines, acentores, zarceros, carriceros, ruiseñores. Finalmente al romper el día se unen el resto de especies gorriones, verdecillos, carboneros, herrerillos,... Resultando la salida del sol alba en una dulce cacofonía en la que resulta casi posible distinguir la melodía principal: El latido de la primavera, el esfuerzo de la resilencia, la inversión en las futuras generaciones, el sexo, el amor, la lujuria... La reproducción y el impulso por la vida de perpetuarse en el paso de las estaciones y los años.

El ruiseñor bastardo o cetia ruiseñor es otro de los solistas afamados.

El próximo seis de Mayo, domingo, quedaremos en la Puerta del Matadero que da a la glorieta de Legazpi para buscar un rincón en el Madrid-Río donde escuchar el coro del alba. La escucha se iniciará como un pequeño ejercicio de meditación para mantener la atención y la escucha desde la calma mental que facilitan estas practicas al amanecer. Escucharemos e intentaremos centrarnos en los sonidos y ritmos de la naturaleza y como se solapan con los de la ciudad que despierta perezosa un domingo. Investigaremos como nos afecta esta escucha, para mi un balsamo contra la astenia primaveral. Tras el concierto de naturaleza un breve paseo nos permitirá observar las diferentes especies escuchadas con ayuda de telescopios terrestres y prismáticos. ¿Quieres compartir de esta bella manera el inicio del punto álgido de la primavera? Reservas: www.conoceris.com para cualquier aclaración: excursionesaitor@gmail.com